Breve historia de Ólvega
Se han localizado varios castros celtíberos como el castro de la Muela o del Mesado y el castro del Castillejo o Castillazo de Araviana.
La explicación del topónimo de Ólvega tiene varias interpretaciones. Una de ellas asocia dicho nombre al vascuence “ola-veaga”, que significaría “herrería baja” o “herrería del alto”, justificándolo además con la existencia de ese mineral en el término.
Otra explicación es que puede ser una evolución gramatical del sufijo céltico –briga o –obriga que significaría genéricamente ciudad, núcleo, poblado o fortificación.
En la localidad de Muro, situada a siete kilómetros, se encuentra la ciudad romana de Augustóbriga que fue abandonada a comienzos del siglo V después de Cristo tras ser arrasada por los pueblos bárbaros. Sus habitantes, obligados a buscar otro lugar para vivir, se asentarían en las inmediaciones de la ermita de los Mártires de Ólvega, zona algo elevada y más fácil de ser defendida. De esta forma se explica el origen del pueblo y también del nombre.
Edad Media
En 1119 el rey aragonés Alfonso I el Batallador reconquista esta zona para la causa cristiana. Ólvega comenzó siendo aragonesa, hasta que en 1134 pasa definitivamente al reino de Castilla con Alfonso VII el Emperador.
En este momento comienza la andadura cristiana de Ólvega dentro de la Diócesis de Tarazona (a la cual perteneció hasta 1956).
En el siglo XII aparece por primera vez escrito el nombre de Olbegam y comienza también la construcción de ermitas románicas. La ermita de San Marcos y la de San Bartolomé son del siglo XII. La ermita de la Virgen de Olmacedo y la de los Mártires pertenecen al siglo XIII.
Alfonso X el Sabio en 1260 concedió para la Villa de Ágreda y su Tierra un fuero propio por el que se regirá durante toda la Edad Media. Ólvega, aldea de la Comunidad de Villa y Tierra de Ágreda, disfrutó también de él.
El año de 1474 es conocido y recordado por el acontecimiento doloroso que dio a Ólvega el sobrenombre de “Segunda Numancia Soriana”. Se recoge en una pintura mural y leyenda en la ermita de la Virgen de los Mártires.
Aunque la lápida mural de la ermita de los Mártires hable de “Agartón de la Cerda” por la ‘Crónica de los Reyes de Castilla’ se trataba de Don Luis de la Cerda, un hijo suyo, quinto conde de Medinaceli.
Dos veces resultó fallida la donación que había hecho Enrique IV de la villa de Ágreda, con sus aldeas, a otros tantos señores, por el levantamiento de sus habitantes contra la disposición. Y en una tercera donación, aunque revocada por el rey, el conde de Medinaceli, no se atreve a atacar directamente el lugar. Ólvega se negó a obedecer al noble, el cual descargó toda su ira, poniendo fuego a las puertas de una torre, donde el pueblo se había hecho fuerte. Las llamas penetraron en el interior, declarándose un incendio tan voraz, que todos perecieron abrasados. El conde abandonó esta “Segunda Numancia” sin lograr la victoria y los olvegueños que allí murieron, fueron enterrados en una ermita que pasó a llamarse de los Mártires.
Este hecho se representa en el escudo de Ólvega con una torre almenada en llamas.
Edad Moderna
El siglo XVI fue una época de pujanza para Ólvega. Muestra de ello es la construcción de una buena parte de la Iglesia de Santa María la Mayor, su retablo mayor, el palacio renacentista de los Salcedo – Morales y el antiguo ayuntamiento.
Un personaje notable de la localidad fue el doctor Don Juan Díez Morales de Salcedo, inquisidor de Granada y Valladolid, y beneficiado de la Villa. Murió en 1598. Sobrino suyo fue Don Diego Real de Salcedo, caballero de la Orden de Santiago y del Consejo Real de las Órdenes. Están enterrados en la iglesia, en los dos arcosolios del presbiterio.
Otro personaje fue el Obispo de Medina-Sidonia, don Diego de Pereda y Morales, nacido en Ólvega en 1561 y fallecido en Mérida en 1637.
Pero, sobre todo, se consigue en este siglo la carta de privilegio, por la que Carlos V concede a la aldea de Ólvega su exención jurisdiccional de la Villa de Ágreda, y le otorga el título de “Villa de Realengo”, “con todos los derechos, insignias, libertades, preeminencias y prerrogativas correspondiente a ello”. Fue fechada en Valladolid, a 16 de Marzo de 1556.
En 1695, por orden de Carlos II, se manda a los propietarios particulares de la mina que “dejen libre uso y aprovechamiento de ella a dicha Villa de Ólvega, para que pueda sacar y beneficiarla para almagre”. A partir de esa fecha funcionó el conocido Molino de Almagre por cuenta de la Villa, “que molía a represa y era de muela”.
Edad Contemporánea
Fernando VII fue el último monarca que firma la “confirmación a la villa de Ólvega de un privilegio de exención de la jurisdicción de la villa de Ágreda”. Fue dado en Madrid al 8 de Agosto de 1816.
La primera mitad del siglo XX trajo consigo la realización de importantes obras: la instalación del alumbrado público en las calles, el frontón, el cementerio actual, las antiguas escuelas, en 1941 se inauguró el ferrocarril Soria – Castejón...
La explotación de la mina por una compañía belga, a través de un ferrocarril de vía estrecha de Ólvega a Castejón de Navarra, comenzó en 1902, con un total de 70 obreros.
De nuevo en 1954 se puso en explotación la mina Petra III, con 230 obreros que trabajaban en dos turnos. Sin previsión de futuro, por estar en litigio su propiedad, se fue a sacar el mayor fruto posible de ella, premiando lo inmediato sobre el porvenir. En 1964 trabajaban tan sólo 70 obreros; enseguida se abandonó la explotación.
Pero el verdadero despegue industrial de Ólvega llegó en los años centrales del siglo XX con la instalación en 1946 de las industrias chacineras Industrias Revilla y Embutidos Moncayo (hoy desaparecida). Al crecimiento económico siguió la transformación y mejora de toda la villa en instalaciones, servicios y equipamientos.